Autor: Ramón Dies Fecha: 8 de abril de 2021 Categoria: Ártico

La expedición a Putorana en invierno ha sido el mayor proyecto en el que me he involucrado hasta la fecha. Se trataba de ir con un grupo de alpinistas españoles y rusos, a un lugar remoto en busca de cascadas de hielo que no hubieran sido escaladas nunca. Lo conseguimos. No solo no se habían escalado nunca, algunas ni se sabía que existían, porque nadie había estado antes.

Putorana es una meseta, situada en el ártico ruso, en la región del Taymyr, en el borde Noroeste de la Meseta Central Siberiana. La ciudad más cercana e importante de la zona es Norilsk, una ciudad peculiar, de acceso restringido para los extranjeros, (es necesario un permiso especial para entrar), que tiene la extracción de níquel como fuente principal de ingresos.

El Plateau de Putorana es en si mismo un Parque Nacional, patrimonio de la humanidad por la UNESCO, un sistema motañoso aislado que contiene ecosistemas árticos y sub-árticos intactos hasta la fecha. Su lejanía, condiciones climáticas muy extremas (en invierno se superan los 50 grados bajo cero), el peligro de aludes, la cantidad y gestión de los permisos necesarios para poder entrar, entre otros factores, hace que la ecología y biología de este lugar se mantengan prácticamente inalterados por el hombre.

Y aquí, gracias a Miguel Ángel Julián, es donde nos metimos Rafa Vadillo, Dani Gantona, David Graells, Ivan Temerev, Vlad Golub, Fedor Kopytov y un servidor.

A Miguel Ángel lo recuperamos en la segunda parte de la expedición, que consistió en visitar a las brigadas de Nenets, pastores de renos nómadas, que en el Taymyr, junto a las orilla Oeste del río Yenisei, tienen sus territorios más orientales. Los nenets del Taymyr tienen ciertas particularidades debido a la influencia de los Dolgans, otra etnia indígena de esta zona del Taymyr. Otras etnias como los Nganasans también son propias del Taymyr, pero su territorio original es bastante más al norte y ya no pastorean, desde que el gobierno les obligó a sacrificar todos sus renos, según se dice debido a una enfermedad contagiosa.

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Llegamos a Norilsk el sábado 6 de Abril de 2019, con temperaturas muy suaves de alrededor de -10º C. La logística supuso todo un reto. Aunque por todas mis anteriores expediciones en el ártico ruso, se que la logística es «complicada», incluso para los guías rusos, ésta se llevó el premio.

En esta expedición acuñamos la frase: «In Putorana, the best plan is no plan«.

El modo de hacer en Rusia es diferente al que estamos acostumbrados, y en el ártico ruso es todavía más especial. Gestionar los permisos, dar mil explicaciones, resulta muy complicado y la logística y la comunicación con las personas que han de ayudarte, no es para nada más sencillo. Aunque hablaran inglés, que no es el caso.

Cosas tan fáciles como acordar una reunión a una hora en un lugar, gestionar una tarjeta de teléfono con datos, trazar un plan o un calendario… En definitiva, cualquier cosa que hayas hablado o acordado hacer, a pesar de que haya sido perfectamente entendido, lo más probable es que no se parezca en nada a la realidad. Y vas a tener que encajar la situación real y adaptarla de la mejor manera posible a tu proyecto, para poder realizar lo más parecido posible a lo que tenías en mente. Es un fenómeno típico del Ártico ruso.

Siempre me acordaré de la última frase de Miguel A. al despedirnos en el aeropuerto, en Barcelona: «Pase lo que pase, ten paciencia, mucha paciencia» Miguel A. es un sabio. Y eso que ya sabía lo que me esperaba de otras veces. (Yamalia: «La Migración  Nenet«, «Expedición ártica en moto de nieve» Chukotka: «La gran aventura étnica de Chukotka«, «Lorino: Ballenas y Balleneros. Historia Viva«)

Llegamos al Plateau de Putorana tras recorrer los 160 kms hasta el Campo Base, con un montón de personal y vehículos varios. No por estar planificado, simplemente porque es lo que apareció por allí.

Aparecieron 3 trekols enormes de 6 ruedas, que puso el Parque Nacional, (nos enteramos después de haber vuelto), 3 motos de nieve, y mucha gente. Al final contamos con una cocinera y todo durante la expedición, un lujazo, que además ayudaba a dirigir el tinglado. Un ranger del Parque, Tim, un tío bastante grande y fuerte, también conductor de una moto de nieve, que resultó ser una gran persona y ahora un buen amigo. Otros conductores, que bebían más que una esponja, y personas que nos fuimos encontrando por el camino, cazadores, pescadores y guardas más esponjas todavía.

La meteorología y las condiciones de la nieve y el terreno, es otro factor clave para que una planificación en el ártico pueda torcerse. Nuestro recorrido con los trekols, fue muy lento y difícil para los conductores. No solo por el wiski o samagón, también porque las temperauras tan suaves de los últimos días (-5ºC, -10ºC) combinadas con temperaturas anteriores mucho más bajas y mantenidas en el tiempo (-40ºC, -50ºC), hicieron que la nieve de encima de los lagos y ríos, (allí son las carreteras), escondiera enormes charcos con agua líquida. Una trampa para estos gigantes de 6 ruedas.

Este fenómeno se llama overflooding o наледь, puede ser por dos causas.

En condiciones de frío muy intenso, -40ºC -50ºC durante varios días, el agua de ríos y lagos se congela hasta el lecho. Entonces el agua que emana de surgencias no puede pasar por debajo del hielo y pasa por encima. Si después no hace frío y además nieva, el agua queda en estado semilíquido, mezclada con la nieve. Una trampa de arenas movedizas.

La segunda causa es debido al peso de la nieve, que hunde la capa de hielo, éste presiona la capa inferior de agua en estado líquido y ésta rebosa por los márgenes, acumulándose por encima del hielo)

Así pues, un largo recorrido de una jornada se convirtió en 3 días de camino. Eh, pero fue muy interesante. Aprendí un montón. En el camino, sobre todo al principio, nos cruzamos con pescadores de hielo y guardas de cabañas, con los que compartimos comida, pero sobretodo bebida y charlas.

(Tipos con una vida solitaria, muy contentos cuando ven a gente. Normalmente ebrios desde primeras horas, por la tarde ya no son personas)

Incluso un día fuimos a pescar y nos acercamos a una cabaña dentro del bosque donde había cazadores. Un poco más de charla y de bebercio. El samagón obra milagros cuando sabes poco ruso. Parece que lo hables y entiendas a la perfección.

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Una vez llegados al campo base, tuvimos 2 días, de los 5 planteados inicialmente para explorar los valles adyacentes al valle principal al final del lago Sobache (озеро Собачье).

Pero de nuevo las condiciones de la nieve, y el terreno no eran las mejores a no ser que se quiera jugar a la ruleta rusa en terreno ruso. El primer día de exploración pues, acabó siendo un gran día de excursión, con todo el material y equipo de escalada, que devolvimos al campo base sin sacar de la mochila.

(Los flancos de los montes de la meseta de Putorana son enormes pendientes de ángulos de unos 40º , sin árboles ni anclajes para el manto nivoso de ningún tipo. Pendientes uniformes y muy extensas. Se ven cicatrices de centenares de metros de longitud y los escombros de las avalanchas llegan al fondo de valle, en los valles más anchos. En los encajonados valles, perpendiculares a los valles principales, una avalancha incluso pequeña, sería una trampa mortal)

Mucha nieve blanda, pendientes ideales para la iniciación de avalanchas y sol; el contraste térmico a mediodía era más que notable. Además, la mayoría no tenía DVA’s. (Detector de Víctimas de Aludes)

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(Cuando se decidió la logística meses atrás, se acordó que cada uno trajera su DVA, solamente. Las palas y sondas para cada uno, las conseguiría el equipo ruso en Norilsk. Al llegar, ninguno de ellos tenía DVA, y solo tenían 2 sondas y 1 pala)

(Poco tiempo después de entrar en el valle secundario, después de ver las grandes cicatrices de aludes de placa, nos encontramos con la primera ratonera. Un recorrido de no más de 100 metros – 150 m. Los rusos pasaron sin ni siquiera pensárselo, David les siguió. Rafa, David y yo nos quedamos parados, observando la situación. Pasar por allí sin conocer la estabilidad de la nieve pendiente arriba era jugar a la «ruleta rusa». En esa situación echas mucho de menos los boletines de peligro de aludes. Mientras el resto del equipo, había tomado su decisión y esperaban al otro lado, nosotros decidimos darnos la vuelta, subir una pendiente cercana, más segura y observar la situación des de arriba. Después de pensar y comprobar durante mucho tiempo, decidimos pasar. El resto del equipo ya se había ido, y nos esperaba valle arriba).

(Unas horas después, el valle se encajonaba todavía más que la primera vez, grandes pendientes de 40º a la derecha e izquierda, uniformes y lisas. Eso ya era demasiado, ni con todo el material de seguridad pensábamos pasar por allí). Vlad, que es de Norilsk y conoce algo las montañas de allí, dijo que estaba «acojonado» y que tampoco quería pasar. Creo que si no hubiéramos estado, hubiera seguido a los otros 2 compañeros a pesar de todo).

Al final, Iván y Fedor, al llegar a una cascada de unos 15 metros, cubierta entera de nieve, a pesar de ser vertical, también se dan la vuelta.

El segundo y último día, la última oportunidad, o todo o nada. Elegimos un valle algo más abierto, tiene unos 6 kilómetros de largo, y parece que tiene una cascada justo debajo de un collado sin pendientes peligrosas cargadas de nieve por encima. Cascadas había muchas pero ésta parece factible en un solo día y además «segura».

Así que comenzamos a remontar el valle, sin sentir tanto esos bultos en el cuello, por el peligro de aludes. Después de remontar una ladera intentando hacernos un camino a través del bosque de alerces y algún abedul, llegamos a un río, que remontamos. Allí me entretuve mirando huellas: Martas, perdices, glotones, nidos de águilas, y la tarde anterior pudimos ver un arce bastante de cerca. Estábamos ya dentro de la zona de protección del parque. Un lugar precioso, solitario y salvaje. Después de unas horas, Al final de remontar el valle, precioso, solitario y salvaje alcanzamos un circo todavía más bello, que se deja ver solo en el último momento, cuando aparecen de repente, algunas de las cascadas más bonitas que he visto nunca… ¿Será por la emoción del momento?)

Los alpinistas pudieron escalar ya por la tarde, a casi 30 grados bajo cero. después tocó recogerlo todo, bastante tiesos ya, y empezamos el regreso. Una bajada con esquís de X-country, en modo supervivencia, haciendo el ángel con la nieve en varias ocasiones, pero cayendo de cara en lugar de espaldas.

Resultó ser un gran día. Y aunque pudimos explorar y escalar mucho menos de lo esperado, el cúmulo de experiencias vividas, todo lo aprendido, las personas que hemos conocido, y ese final épico nos resultó de lo más gratificante y satisfactorio. Tenemos mil motivos para volver. Hay mucho por explorar. Y ahora sabemos como hacerlo, con quien y por donde.

Si queréis saber más de esta historia, queda bastante por contar, solo tenéis que esperar a que salga la peli. Que saldrá. No os la perdáis!!

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